Por qué es más correcto hablar de «crisis climática» y no de «cambio climático»

El término «crisis» incide en cómo afecta a la sociedad la actual coyuntura climática. Tanto científicos especializados como colectivos ecologistas llevan meses utilizando este concepto para evidenciar la emergencia del momento.  

ALEJANDRO TENA

La realidad informativa de España, este diario incluido, utiliza de manera habitual términos como «cambio climático» o «calentamiento global» para referirse a los problemas medioambientales que sufre el planeta. Aunque estos conceptos son válidos, la expresión «crisis climática» parece haber calado en los entornos ecologistas. Con ella se busca evidenciar que la situación medioambiental del planeta pende de un hilo temporal de tan sólo diez años, tal y como advierten los científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC).

Fueron precisamente los científicos del IPCC los que emplearon las palabras «crisis» y «emergencia» para referirse a la situación climática del presente. Unos conceptos que fueron recogidos por los colectivos sociales que durante los últimos meses han salido a las calles de Europa, capitaneados por la joven Greta Thunberg, para reclamar acciones políticas que reviertan los riesgos medioambientales hacia los que camina la humanidad.

Esto no quiere decir que los otros términos hayan quedado desactualizados, de hecho, seguirán apareciendo en las informaciones tal y como ocurre en el resto de publicaciones científicas. Sin embargo, el reconocimiento de la crisis climática a nivel mediático tiene que ver con «subir el nivel del debate», expone Héctor de Prado, responsable de Energía y Clima en Amigos de la Tierra. «Al final se trata de comunicar, pero hay que darle el significado real a las palabras y hay que hacerlo de una manera honesta», añade.

«Cuando cambiamos el lenguaje también cambiamos la forma en la que pensamos», argumenta Javier Andaluz, responsable de Clima en Ecologistas en Acción. El activista expone que el cambio terminológico que se está dando en los últimos meses tiene que ver con «asumir y aceptar que nos encontramos ante un reto de grandes magnitudes que nos afecta en muchísimos aspectos de la vida cotidiana».

Se trata, además de una medida que trasciende a los medios de comunicación. Buen ejemplo de ello es The Guardian, que el pasado mes de mayo decidió incluir «crisis climática» dentro de su libro de estilo. «Queremos asegurarnos de que estamos siendo científicamente precisos, al mismo tiempo que nos comunicamos claramente con los lectores sobre este tema tan importante», argumentaba Katharine Viner, jefa de edición del medio británico.

El guante del periódico ingles lo ha recogido también la propia Fundéu española –fundación que vela por el buen uso del lenguaje en los medios de comunicación–, que hace una semana publicó una nota en la que advertía de que el concepto «crisis climática» era el «más adecuado para referirse a la magnitud y a las consecuencias del calentamiento global causado por la actividad humana».

«Si bien en los medios de comunicación se viene empleando la denominación cambio climático para aludir al aumento de la temperatura del planeta Tierra provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero y la dependencia de los combustibles fósiles, amplios sectores de la comunidad científica consideran que se trata de una fórmula que no describe con la suficiente precisión la gravedad de la situación actual«, exponía la fundación de la Agencia EFE.

Diferencias terminológicas

Cambio climático, calentamiento global, crisis climática. Son conceptos válidos. Incluso pueden emplearse como sinónimos a nivel informativo, pero tienen diferencias importantes a nivel científico. 

Cuando hablamos de cambio climático nos referimos estrictamente al fenómeno físico que se ha dado en el planeta y que se sigue dando, sea de manera natural o inducido por el ser humano. Es decir, las mutaciones climáticas, las modificaciones en las temperaturas y las precipitaciones o las transformaciones de los patrones del viento son cualidades que han estado presentes a lo largo de la historia del planeta. Este término, por ende, no incide en el origen antropogénico de la coyuntura climática del presente. 

El calentamiento global, por su parte, es el fenómeno final o el resultado climático que se está experimentando en la actualidad. Este término, a nivel científico, hace referencia a la subida de las temperaturas del planeta y a cómo estas pueden cambiar los ecosistemas.

Sin embargo, la terminología referida a la «crisis» y a la «emergencia» climática, sin negar nada de lo anterior, apunta a la acción del ser humano y las emisiones que esté genera como causa principal de las mutaciones que se están produciendo en la Tierra. En ese sentido, la palabra «crisis» llena de contenido social y acerca a la sociedad un problema que hasta el momento podía parecer ajeno a la humanidad. 

La emergencia climática

El cada vez más común uso de la palabra «crisis» para referirse a las consecuencias del calentamiento global inducido por el hombre viene ligado a las múltiples manifestaciones verdes que recorren Europa y otras zonas del planeta. Unas protestas civiles que buscan, por encima de todo, que las instituciones gubernamentales reconozcan la emergencia climática.

Esta es la reacción que se requiere desde los colectivos medioambientalistas para revertir la crisis climática actual. De esta forma, la declaración de emergencia se vincula a dos premisas: reconocer el problema y plantear un eje de actuación para solventarlo. Por el momento, Reino Unido es el primer país que aprobó está medida. A su declaración le siguieron las de Irlanda y las de Escocia y Gales. Además, en EEUU y Australia hay 17 ciudades que han aprobado la declaración. En el caso de Europa, más allá del espacio británico e irlandés, sólo encontramos declaraciones regionales impulsadas por gobiernos locales de Italia, Alemania, Suiza, Francia y España (declaración impulsada por el Govern de Catalunya).

Aunque la lista de declaraciones de emergencia es breve, la realidad muestra que, por el momento, estas no van cargadas de la ambición que se reclama desde las calles. Así, una medida que se presenta como revolucionaria termina convirtiéndose en algo simbólico y esto es algo que también puede ocurrir con la popularización del término «crisis climática»

«Hay que evitar que se convierta en una expresión manida como ocurrió en su momento con la palabra sostenibilidad», opina De Prado. Sin embargo, Andaluz incide en el riesgo que puede suponer vaciar de contenido expresiones tan importantes como estas. «Si perdemos el tiempo adulterando los términos es que no hemos entendido nada de lo que supone reconocer la crisis climática», espeta el activista, para evidenciar que el ser humano apenas tiene una década para afrontar la «crisis climática». 

Crédito: https://www.publico.es/sociedad/correcto-hablar-crisis-climatica-no-cambio-climatico.html

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