La brecha de recursos: razones por las que el Día de la Deuda Ecológica debería importar a los inversores

Es un hecho bien documentado que los seres humanos están utilizando los recursos naturales de la Tierra a un ritmo más rápido de lo que estos pueden regenerarse.

De hecho, el ritmo se puede calcular con precisión, como es el caso del Día de la Deuda Ecológica, la fecha en la que cada año nuestra demanda de recursos del planeta supera lo que se puede regenerar en ese período de 12 meses.

Este año, el día de la Deuda Ecológica será el 2 de agosto, según el último informe de las Cuentas Nacionales de Huella Ecológica y Biocapacidad. Se trata de una noticia alentadora, ya que es más tarde que el año pasado (28 de julio) y que en 2021 (30 de julio), lo que significa que ha habido una mejora en la forma en que utilizamos los recursos de nuestro planeta. La fecha había ido avanzando a medida que empeoraba la situación, con una excepción en 2020, cuando los confinamientos a raíz de la COVID-19 retrasaron el Día de la Deuda Ecológica en casi un mes, hasta el 22 de agosto.

Sin embargo, aunque la fecha se ha retrasado cinco días este año en comparación con 2022, la organización de expertos Global Footprint Network afirma que, en realidad, la mejora equivale a un día, ya que los cuatro restantes se deben a la integración de nuevos conjuntos de datos en sus cálculos.

Cada país tiene su propio Día de la Deuda Ecológica: los mercados desarrollados con niveles de vida más altos suelen estar en un extremo del espectro, mientras que los países en vías de desarrollo se encuentran en el otro. En Estados Unidos, la fecha límite se alcanzó el 13 de marzo de este año, lo que significa que, si la población mundial consumiera recursos al mismo ritmo que Estados Unidos, esta sería la fecha del Día de la Deuda Ecológica. Alemania, Francia, Japón, el Reino Unido y otros países alcanzaron ese punto en mayo, mientras que Catar fue el primer país en alcanzarlo, el 10 de febrero. Por el contrario, Jamaica no alcanzará esa brecha hasta el 20 de diciembre.

Esto pone de relieve el hecho de que la forma en que utilizamos los recursos naturales es insostenible y que los gobiernos, las empresas y los inversores deben tomar medidas.

Cómo pueden ayudar los inversores a retrasar esta fecha

Global Footprint Network identifica varias áreas que a su parecer son los más pertinentes para reducir nuestro uso de recursos naturales, como la protección de la biodiversidad, la descarbonización del sector energético y una producción de alimentos más eficiente, además de una reducción del desperdicio de alimentos. Todas ellas son áreas críticas para la inversión responsable y en los que creemos que los inversores pueden marcar la diferencia, sin dejar de aspirar a una rentabilidad financiera a largo plazo.

Más de la mitad del PIB mundial depende del buen funcionamiento de la biodiversidad y los ecosistemas, y la degradación cuesta a la economía mundial más de 5 billones de dólares al año. El colapso de tan solo tres de estos servicios naturales -la polinización silvestre, el suministro de madera y el abastecimiento de pescado- podría costar un 2,3% del PIB mundial para 2030.

Como inversores, podemos proteger la biodiversidad de muchas maneras, por ejemplo, invirtiendo nuestro capital en empresas de sectores como el tratamiento del agua, la agricultura de precisión (que además de producir cultivos de mayor rendimiento para alimentar a nuestra población en crecimiento, reduce el uso de fertilizantes y pesticidas nocivos) y la gestión forestal sostenible (empresas de papel y embalajes).

La transición energética hacia energías renovables y el abandono de los combustibles fósiles es un paso fundamental para reducir las emisiones de carbono y utilizar menos recursos naturales de la Tierra.

Además, a medida que cada vez más países reducen su dependencia de los combustibles fósiles, hay un sinfín de posibles oportunidades de inversión, desde empresas de energías renovables hasta aquellas que suministran tecnología y servicios para el sector.

Un enfoque más circular

Sin embargo, el enfoque de «tomar, fabricar y tirar» (take-make-dispose) en el que se basa la economía mundial es en parte culpable de que se estén agotando los recursos de la Tierra. En su lugar, deberíamos pensar más en «reparar, reutilizar y reciclar» (repair-reuse-recycle)-la idea que sustenta un modelo de economía circular- para mantener los materiales y productos en circulación, eliminar los residuos y regenerar la naturaleza.

El Informe de brecha de circularidad de 2023 del think tank Circle Economy y Deloitte sugiere que pasar a un modelo de economía circular puede satisfacer las necesidades de la sociedad utilizando solamente el 70% de las materias primas que extraemos de la Tierra en la actualidad y que utilizamos, lo que significa que no superaríamos los límites de la Tierra. Sin embargo, estamos muy lejos de alcanzar una economía totalmente circular: el informe estima que la economía mundial es a día de hoy circular en tan solo un 7,2%.

Sin embargo, este movimiento está cobrando impulso. En 2020, la Comisión Europea adoptó un Plan de acción para la economía circular que incluía medidas para garantizar que los productos estén diseñados para durar más tiempo, sean más fáciles de reciclar y utilicen materiales reciclados en su producción siempre que sea posible. Después, en marzo de 2023, propuso una directiva sobre el «derecho a reparar» con el fin de facilitar y hacer más rentable la reparación de los bienes en lugar de sustituirlos.

Las soluciones circulares no solo pueden abordar algunos de los problemas en torno a la forma en que utilizamos los recursos de la Tierra, sino que también ayudan a reducir las emisiones de carbono, proteger la biodiversidad y mucho más.

Beneficios potenciales para los inversores, así como para el planeta

Como gestora de activos, podemos invertir a escala y también comprometernos con las empresas en estas áreas (biodiversidad, transición energética, alimentación y agricultura, economía circular) y más allá, lo que incluye también a gobiernos a través de su emisión de deuda pública.

Creemos que las empresas a la vanguardia de la transición podrían experimentar un fuerte crecimiento, mientras que es probable que las empresas rezagadas experimenten una menor demanda de sus bienes y servicios, un coste de capital más elevado, y podrían verse perjudicadas por cambios normativos o políticos, como la subida de impuestos y aranceles.

De este modo, creemos que las empresas y, por lo tanto, los inversores pueden obtener beneficios financieros, ayudando al mismo tiempo a combatir el cambio climático y a reducir nuestro desgaste de los recursos naturales del planeta.

Fuente del artículo: https://www.expansion.com/economia-sostenible/2023/07/20/64b91747468aebb0018b458f.html

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